lunes, 10 de noviembre de 2014

El problema de los "ex"

Un ex nos quitó el punto que ya tocábamos con la punta de los dedos. Pero ese es el final de un cuento con muchísima historia detrás.

La SD Ourol el sábado pasado hizo el partido que tenía que hacer. Jugó bien. Extremadamente bien. Vaya por delante que "jugar bien" no es entrar en el área con taconazos, paredes y rabonas, que tambíén si acabas derrotando al adversario. Es mucho más. Es MAXIMIZAR TUS RECURSOS de forma que minimices o anules los de tu rival. Jugó bien la Brasil de 1970 con su estilo, lo hizo muy bien la pragmática Alemania de 1996 de Sammer y Bierhoff, nuestra España  2008-2010-2012 y tambén lo hizo el Chelsea de Di Matteo. Todos con sus estilos y múltiples matices. Jugar bien es conocer al detalle tus limitaciones y las virtudes de tu rival y que no se vean, o lo menos posible, ni aquéllas ni éstas. Y eso lo hizo la SD Ourol durante muchos minutos. Los que pudo. 
 
La primera parte fue un ejercicio totalmente infructuoso de la UD Folgueiro. Mucha posesión de pelota, fruto de su mayor calidad técnica, pero la portería de Loiso no corrió prácticamente ningún peligro. Solamente a balón parado se podía vislumbrar alguna opción de gol. Los nuestros, juntos, cerrando espacios y, a la mínima, a lanzar una contra para lucimiento de Lalas o Santos. Cuando parecía que al descanso se llegaría sin goles un balón largo fue rechazado defectuosamente por el portero local y Lalas, muy escorado, decidió recortar hacia dentro para sorpresa de todos y ponerla por arriba dentro de la portería. Golazo. Por su ejecución. Por la tranquilidad mostrada en una situación en la que cualquier otro remataría a portería en unas condiciones no demasiado propicias para marcar. Victoria visitante al descanso. Había que seguir amarrándose al campo. Como fuera. 

Pero el juego de los locales fue otro a la vuelta de los vestuarios. Con paciencia y moviendo el balón con más rapidez para hacer bascular las líneas visitantes fueron dominando el ritmo del partido progresivamente. Un obstáculo se interpuso en nuestro camino: la expulsión de Santos por doble amarilla. La primera por jugar el balón con la mano y la segunda por una entrada a destiempo peligrosa. Inobjetable expulsión. Sin su compañero de ataque Lalas se quedaba solo arriba para crear peligro y para controlar algún balón que diera un respiro a la retaguardia. La falta de amenaza provocó la colocación de la defensa local en el medio campo. El acoso era constante. 

Chefo, desde fuera del área, la puso inalcanzable para Loiso. En la base del palo derecho. Empate en el marcador.

Como si de un guión de Abrams y Lindelof se tratase el cuento pudo girar de forma repentina y brusca. En un nuevo error de Pablo en un despeje cayó el balón en los pies de Luis Menéndez. Desde prácticamente el medio del campo su disparo se marchó por dos palmos. Ahí estuvo. 

Otra piedra más en el camino: la expulsión de Hugo. Abraham Vázquez Alemparte había hecho la vista gorda en dos acciones anteriores; una entrada a Paguato sin opciones de disputa de balón y un agarrón al mismo que terminó con su camiseta destrozada. Se echó aquí en falta algo de lectura de partido. Quedaban diez minutos y el descuento. Demasiado tiempo. A falta de cuatro minutos Zeus, tras un excelente remate de cabeza, nos condenó definitivamente. 

Un ex nos quitó el punto que ya tocábamos con la punta de los dedos. Es es el final del cuento. Un final amargo que si lleva la firma de un ex como Zeus es bastante más dulce.

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